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jueves, 27 de agosto de 2015

Massa en Argenleaks - Por Santiago O´Donnell











De todas las críticas hacia Néstor y Cristina Kirchner emitidas por una gran cantidad y variedad de políticos, empresarios y diplomáticos, que por diferentes motivos y en distintos momentos pasaron por la embajada estadounidense entre mediados de 2004 y principios de 2010, en los cables fi ltrados por Wikileaks nadie se despacha con más saña contra el matrimonio presidencial que el ex jefe de Gabinete y actual intendente de Tigre, Sergio Massa.

Acaso sus descalificaciones hacia la Presidenta y el fallecido ex presidente, reveladas hace unos meses por el diario El País de España, podrían atribuirse a un mal día del entonces flamante ex funcionario. Sin embargo, otro cable filtrado por Wikileaks sugiere que, aun mientras estaba en funciones, Massa no ocultaba el profundo malestar que le causaba el gobierno del que formaba parte, y lo compartía abiertamente con su equipo de trabajo. El despacho cuenta cómo un asesor de Massa, Jorge O’Reilly, defenestró al gobierno delante de una delegación de inversores y de un diplomático estadounidense. Lo que más llamó la atención al autor del cable fue el lugar elegido para ensayar esas críticas, ya que O’Reilly las formuló en su propia oficina de la Casa Rosada.

O’Reilly es un importante empresario inmobiliario de la zona norte, ex rugbier del Club Atlético San Isidro (CASI) y numerario del Opus Dei, que fue llevado al gobierno nacional por Massa como asesor ad honorem durante su paso por la jefatura de Gabinete entre junio de 2008 y julio de 2009.

Según el cable de la reunión de O’Reilly con los estadounidenses, el asesor de Massa predijo un horizonte de devaluación, recesión y fuga masiva de capitales para ese año 2009, escenario que no se materializó, contradiciendo las predicciones optimistas del gobierno. El entonces representante del gobierno opinó también que en la Argentina no había seguridad jurídica.

En respuesta a preguntas de inversores sobre los pasos que debe tomar el gobierno de la Argentina para atraer nuevos fondos para sostener la inversión en infraestructura primaria, O’Reilly dijo que para crear un buen clima de negocios en la Argentina no hace falta ser un científico de la NASA. La Argentina necesita seguridad jurídica, regulatoria y legislativa, opinó.

O’Reilly dijo que el gobierno permite o impulsa “manipulaciones cortoplacistas”, cuestión que él y Massa querían arreglar. Señaló además que estaba a favor de un ajuste en las tarifas de los servicios públicos, cosa que hasta el día de hoy no ocurrió.

Algunos de nosotros, incluyendo al ministro Massa, estamos trabajando para corregir las manipulaciones “cortoplacistas” en las políticas regulatorias e impositivas, dijo O’Reilly. La Argentina necesita ajustar las tarifas de los servicios públicos a niveles “racionales”, dijo.

El funcionario rescató algunos sectores en los que, a su criterio, exisitían oportunidades para invertir. De paso advirtió que el gobierno había intentado “destruir” el sector agrícola, y abogó por un aumento en el precio de los combustibles.

Sin embargo, O’Reilly destacó que varios sectores ofrecen oportunidades en la Argentina que podrían ser atractivas para los inversores. Aunque “hemos hecho todo lo que pudimos por destruir el sector agrícola”, dijo que ve prometedores a los sectores de bienes raíces, turismo, tecnología, servicios de call center, y energía, una vez que los precios locales de los hidrocarburos se equilibren con los niveles globales.
Las afirmaciones de O’Reilly llamaron tanto la atención del diplomático presente que una nueva reunión fue programada entre el funcionario y el equipo económico de la embajada, dice el cable. En esa reunión, O’Reilly relató que él y Massa tenían los días contados en el gobierno.

En una reunión privada de seguimiento con los consejeros económicos (de la embajada), O’Reilly habló de la frustración del jefe de Gabinete, Massa, por no haber tenido éxito en su intento de “hacer entrar en razón a otros en el gobierno de Kirchner” sobre la necesidad de declarar y sostener una mezcla racional de políticas económicas. Admitió que tanto él como Massa no durarían mucho en el gobierno y dijo que Massa espera volver a su cargo de intendente del suburbio bonaerense de Tigre.

Al final del cable, a modo de conclusión, el autor destaca la sorpresa que le causó a la embajada escuchar a funcionarios criticar a su propio gobierno delante de extranjeros en la mismísima Casa Rosada.

En la previa a las elecciones legislativas del 28 de junio, el gobierno de Kirchner ha cerrado filas —rápidamente, y muchas veces con brusquedad— disciplinando a funcionarios del gobierno de la Argentina que se apartan de la línea ofi cial sobre la inflación (bajo control), pobreza (en declive), crecimiento económico (en línea con pronósticos anteriores), y la fuente de los problemas económicos (la crisis financiera global provocada por los Estados Unidos y otros países desarrollados). Hay pocos disidentes dentro del gobierno de la Argentina que resistan. O’Reilly, un magnate inmobiliario conservador que aterrizó en la Casa Rosada por su relación cercana con Massa, es la prueba número uno. Para empezar, él nunca creyó en la línea oficial y lo hemos escuchado fustigar a los Kirchner en otras ocasiones. Lo que es llamativo, sin embargo, es que se sintió cómodo condenando las políticas del gobierno de Kirchner puertas adentro de la Casa Rosada, y que invitó a la embajada a que mandara alguien a escucharlo. Es la indicación más reciente del distanciamiento de su jefe con el matrimonio presidencial y su inminente partida del gobierno.

Massa se alejaría del gobierno en julio de 2009 durante un recambio de Gabinete tras la derrota en las elecciones legislativas, que incluyó además a los ministros de Economía y de Justicia. En esa elección, Massa presentó una candidatura testimonial en la lista de diputados por la provincia de Buenos Aires, pero la pobre performance de la boleta oficialista en el distrito de Tigre aumentó el recelo de la pareja presidencial y selló el destino del jefe de Gabinete.

Cuatro meses después de renunciar, Massa cenó con la embajadora Vilma Socorro Martínez en la casa de O’Reilly. Fue allí donde el intendente de Tigre descargó todo su rencor hacia la pareja presidencial.

“Massa dijo que los Kirchner no tenían probabilidades de capturar la presidencia en 2011. Cuando se le pidió que estimara las chances, Massa contestó ‘cero’”, arrancó el intendente

Massa fue despiadado en sus críticas a la pareja presidencial, especialmente a Néstor. Aunque ninguneó los informes de prensa que decían que él y Kirchner se habían agarrado a las trompadas en el cuartel de campaña en la madrugada previa a la derrota en las elecciones de mitad de período, en junio pasado, llamó a Néstor “psicópata” y “cobarde”, y dijo que su actitud de matón en la política esconde una profunda sensación de inseguridad e inferioridad. (La esposa de Massa se alarmó a tal punto por estos comentarios desinhibidos que él le pidió a ella que “dejara de ponerle caras”.) Massa cuestionó el argumento de que Néstor merecía crédito por ser un táctico magistral, describiendo al ex presidente como un torpe tan convencido de su propia brillantez que seguramente continuaría cometiendo errores...Dijo que Néstor no se podía relacionar con otros fuera del estrecho foco de sus propias ambiciones políticas: “Kirchner no es un genio perverso”, concluyó Massa. “Sólo es un perverso.”

Continuó el intendente:

Massa describió sus doce meses en la jefatura de Gabinete como un parto, que pasó luchando para manejarse con un primer marido controlador y una presidenta “sumisa y distante […] que estaría mucho mejor sin Néstor que con él”.

miércoles, 12 de agosto de 2015

Derechos humanos® - prólogo de Santiago O´Donnell y Mariano Melamed









La historia

La historia de las violaciones a los derechos humanos en la Argentina de los setenta, de los miles de desaparecidos por la dictadura militar, es mucho más que una historia, pero también es una historia. Desde un punto de vista periodístico, es la historia más importante de los últimos cincuenta años en este país y sigue vigente. Algún día alguien podrá escribir esa historia y entonces dejará de ser actualidad y pasará a ser historia.

Mientras tanto, quedan por contar las pequeñas historias que hacen avanzar la historia, una historia que va cambiando a medida que aparecen nuevos personajes y se conjugan con nuevos escenarios, historias que nos acercan un poquito más al final, que será el principio de una nueva historia. Ojalá esta historia sirva para eso.

Esta es la historia de un grupo de personas unidas por el deseo de llegar a la verdad y de castigar a los culpables por las desapariciones de esa época a través del sistema legal  de la justicia argentina. Fundaron y trabajaron en el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la organización no gubernamental que se encargó de llevar adelante la mayoría de los juicios en contra de los represores de la dictadura.

Quienes integraron e integran el CELS provienen de distintos lugares y posturas ideológicas, pero dentro de ciertos límites. Casi todos son profesionales, la mayoría abogados, y el arco político va desde la izquierda democrática hasta el liberalismo progresista. Sus fundadores son padres y madres de clase media de jóvenes desaparecidos, como Emilio y Chela Mignone, y Augusto y Laura Conte. A diferencia de sus hijos, que despreciaban la democracia burguesa y querían cambiar el sistema, ellos pensaban que la dictadura que se había llevado a sus hijos era una aberración del sistema. Supieron ver que solo conocerían la verdad sobre
las desapariciones y obtendrían justicia para sus víctimas si recuperaban ese sistema, esa democracia tan vapuleada y despreciada por la generación de sus hijos. Con las herramientas legales y políticas de la democracia ayudaron a reconquistar la democracia. A partir de ahí emprendieron un largo camino para darle sentido a esa conquista formal a través de una praxis, un lenguaje, una iconografía, un relato, al fin, una cultura de respeto a los derechos humanos que hoy se ha instalado en nuestra sociedad para dar pelea
a distintas corrientes reaccionarias y fundamentalistas.

La historia del CELS empieza con sus fundadores pero no termina con ellos. También se destacaron militantes jugados como Jorge Baños, que murió en el asalto al cuarte de La Tablada en 1989, abogados trotskistas que ven en la práctica legal un puesto de lucha prerrevolucionario, como Luis Zamora y Marcelo Parrilli, sobrevivientes de la resistencia peronista como Alicia Oliveira, jóvenes idealistas recién salidos de las universidades como Carolina Varsky y Santiago Felgueras, y profesionales de los derechos humanos,
educados y entrenados en Estados Unidos, como Víctor Abramovich, Martín Abregú y Gastón Chillier.

Sin embargo, un nombre se destaca entre todos ellos y es el del actual presidente de la organización, Horacio Verbitsky. El influyente periodista de Página/12 es una institución en sí mismo que opaca y visibiliza a la vez al CELS. Actuaciones y relaciones, odios y amores se tocan y se entrecruzan, y aunque Verbitsky dice que para él está todo muy claro, para los miembros del CELS se hace difícil discernir dónde termina la ONG y dónde empieza el periodista. Ni hablar para los de afuera.

En la actualidad, además de los juicios a los militares, el CELS monitorea la aprobación de los ascensos militares en el Congreso y participa en distintos programas, proyectos y actividades vinculados con el reclamo por los crímenes de la dictadura. También se ocupa de casos de violencia policial, de abusos en las cárceles y de libertad de expresión. Además prepara proyectos de ley para mejorar la seguridad y el funcionamiento de la justicia, haciendo de nexo entre la demanda social, la vocación de servicio de sus integrantes y los temas de interés de sus donantes.

La principal fuente de financiación del CELS es la Ford Foundation, la segunda organización filantrópica de Estados Unidos por el volumen de ayudas que maneja y con un importante programa para fortalecer los derechos humanos en América Latina. Además, entre sus principales donantes están la Unión Europea, la Fundación Oak (una ONG global con sedes en Londres, Ginebra y con base en Carolina del Norte, Estados Unidos), el Sigrid Rausing Trust (Suecia), la Fundación Heinrich Böll Cono Sur (con base en
Alemania), Open Society Foundations (OSF, la ONG de George Soros) y el Fondo de Contribuciones Voluntarias de las Naciones Unidas para las Víctimas de la Tortura. No recibe fondos del gobierno nacional, excepto a través de convocatorias académicas concursadas, como la que le permitió suscribir un acuerdo con el Ministerio de Salud de la Nación a través del programa de becas Carrillo-Oñativia. El CELS también cuenta con donantes particulares. Hoy tiene unos sesenta y cinco empleados, la mayoría de ellos full time. Su presupuesto anual para el año 2014 fue de casi 2,6 millones de dólares, según su último balance.

La embajada estadounidense toma los informes del CELS como fuente principal para elaborar sus informes
anuales sobre derechos humanos para el gobierno norteamericano. El CELS es la pata local de una importante red internacional de organismos de derechos humanos, cuyos referentes principales son Amnistía Internacional, con sede en Londres, y Human Rights Watch, con sede en Nueva York. A la vez, la institución argentina está a la vanguardia de una tendencia global hacia la descentralización de esa red para democratizar su agenda y establecer nuevas alianzas en lo que se dio en llamar “marcos de cooperación Sur-Sur”.

La historia del CELS está atravesada por los debates que fueron marcando el camino de las organizaciones de derechos humanos, desde la creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) hasta el apoyo al gobierno de los Kirchner, pasando por el punto final de Alfonsín y los indultos de Menem. La relación con los distintos partidos políticos y gobiernos, la aceptación de las reparaciones económicas a familiares de las víctimas de la dictadura, la distancia con las organizaciones armadas mientras existieron, las coincidencias y diferencias con los demás organismos de derechos humanos y el modelo estadounidense de ONG de derechos humanos adoptado por Mignone (encarnado por profesionales hiperformados) y continuado por sus sucesores, la simbiosis con la figura de Verbitsky.

¿Y por qué llegamos nosotros a esta historia? Porque la vivimos, porque la mamamos desde chicos y porque la fuimos a buscar. Pero también porque nos encontró. En 2008 el CELS nos había contratado para que escribiéramos su historia oficial. A insistencia de los representantes de la institución, convenimos que ellos iban a tener la edición final del libro pero nos reservamos el derecho a no firmarlo.

Nos dieron un cronograma, una guía temática, una lista de libros y documentos que debíamos incorporar en nuestro texto, así como una lista de personas que debíamos entrevistar. Cumplimos en tiempo y forma con lo pedido, pero nos echaron después de entregar el tercer capítulo. Nos hicieron saber que no entendíamos los debates principales del movimiento de derechos humanos, que no estábamos familiarizados con la literatura básica y que, en general, no estábamos a la altura de la tarea encomendada.

El golpe fue duro. Veníamos de trabajar en el Washington Post, en Radio France Internationale, en La Nación, Clarín, Perfil, Página/12. Habíamos editado publicaciones para Poder Ciudadano, el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) y la Fundación Síntesis. Acabábamos de terminar un libro para la Fundación Ford sobre los organismos de derechos humanos que financia esa institución en América Latina. Nunca nos había pasado algo así.

Tocados en nuestro orgullo, pedimos otra oportunidad. Hicimos autocrítica delante del director ejecutivo, prometimos mejorar, propusimos duplicar nuestros esfuerzos, ofrecimos internarnos en los pasillos de CELS durante el tiempo que hiciera falta, sin costo adicional para la institución, hasta salir de nuestra ignorancia. Pero no hubo caso.

“Yo quiero que esto termine bien, que puedas seguir escribiendo artículos sobre el CELS y que podamos tomarnos una cerveza”, le dijo a uno de nosotros el director ejecutivo. “La única manera de que podamos seguir tomando cervezas es hacer el libro”, se le contestó, pero él se mantuvo irreductible en su posición. Cuando le dijimos que por supuesto que íbamos a seguir, con o sin apoyo del CELS, porque nadie era dueño de nuestras palabras y mucho menos de nuestros silencios, el director ejecutivo se mostró sorprendido. “¿En serio quieren seguir? Dejame ver, no creo que haya problema.” Como no había más nada para hablar, nos despedimos. Ese mismo día uno de nosotros llamó a un abogado y politólogo que conocía muy bien a la institución y a su gente para contarle la triste noticia. “No te preocupes, no te calientes —consoló—. A veces esta gente del CELS se cree que mea agua bendita.”

La experiencia nos sirvió para entender un poco mejor al sujeto de nuestra observación. Aprendimos que la mayor fortaleza del CELS es, a la vez, su mayor debilidad. Como suele pasar con la gente brillante, exitosa y trabajadora, quieren todo y creen que todo lo pueden. Así, quieren y creen que pueden ser juez y parte en los procesos legales y políticos por las violaciones a los derechos humanos en la Argentina; quieren y creen que pueden hacer política y a la vez defender los derechos humanos, pero sin politizar la defensa de los derechos humanos; quieren y creen que pueden cambiar las reglas de la democracia pero dentro de
las reglas de la democracia. Y muchas veces lo consiguen.

¿Y qué querían de nosotros? ¿Qué fue lo que no les supimos dar? Querían una enciclopedia, un inventario
que comprendiera todas las acciones que había realizado el CELS, quiénes habían sido sus cultores y ejecutores, y cuáles habían sido los resultados, más los debates internos y con los demás organismos, las discusiones, los fundamentos que las sostenían y la bibliografía en la que se apoyaban. Querían algo positivo, claro, y con una postura ideológica definida. Algo no necesariamente masivo, un trabajo más bien académico, con citas al pie de página, con tapa dura quizá, algo que pudieran lucir orgullosos en sus bibliotecas y regalar a sus financistas.

En otras palabras, querían un Verbitsky. Querían algo parecido a sus tres tomos sobre los doscientos años de la historia de la Iglesia Católica argentina, pero sobre los treinta años del CELS. Y todo bien con el estilo Verbitsky. Pero nosotros queríamos contar una historia más simple y a la vez más contradictoria, más dramática y a la vez más divertida, protagonizada por personas, no por mártires o
héroes o expedientes.

Cuando uno de nosotros le explicó esto a Verbitsky tres días después de ser echados, él se sonrió. “Supongo que no servimos como escribas”, se le dijo. “Tenés razón, en eso nos equivocamos”, contestó. En ese encuentro, que tuvo lugar en su departamento, Verbitsky aseguró que él no había tenido nada que ver con la decisión del CELS de prescindir de nuestros servicios. A su vez, se le dijo que esa decisión, por muy dolorosa que nos había parecido, terminaba siendo una bendición, porque nos liberaba de ataduras
institucionales y nos permitía salir a buscar la historia a nuestra manera, con personajes, temas, tiempos y estilos elegidos por nosotros. Y que por respeto al CELS y a nosotros mismos, el libro lo íbamos a hacer. En ese momento a Verbitsky la idea mucho no le gustó. “Entonces va a haber dos libros, no sé si va a ser bueno eso”, objetó, recordándonos que el CELS pensaba seguir adelante con su libro institucional, con otros autores, proyecto que finalmente quedó trunco. “El CELS se merece dos, tres, cuatro y mil
libros también”, se le respondió.

A los tres meses, después de que retomáramos nuestra primera entrevista, el director ejecutivo nos escribió diciendo que el libro era “inconveniente” para el CELS y que si queríamos escribirlo, teníamos que devolverle lo que nos habían pagado y cierto material “no público” del CELS que supuestamente nos habían confiado. Contestamos con alguna ironía, dejando en claro que los reclamos nos parecían absurdos y particularmente abusivos para una institución que defiende la libertad de expresión, para ratificar nuestra
intención de seguir adelante.

De a poco fuimos abriendo puertas y encontrando cómplices, tanto adentro como afuera del CELS, que nos contaron historias que a nosotros nos parecían interesantes, historias de héroes y villanos, sí, pero sobre todo de seres humanos. De seres sensibles, inteligentes, comprometidos, desafiantes, estudiosos, ingeniosos, militantes, arrogantes, cabrones, ambiciosos, desconfiados, seductores y seducidos. Dejamos para casi el final las entrevistas con Verbitsky y el director ejecutivo. Ambos fueron muy generosos con su tiempo y su
disposición a contestar todo lo que les quisimos preguntar.

La historia del CELS, dijimos, está atravesada por los debates que marcaron las distintas etapas de la historia del movimiento por los derechos humanos en la Argentina. También está marcada por los sucesivos relatos de esa historia.

Primero, el relato de las “víctimas inocentes” de la era alfonsinista. La historia de las monjas, los catequistas y la turista sueca que no tenían nada que ver con la violencia y de repente desaparecieron. La de los chicos de la secundaria que eran “chupados” por reclamar un boleto estudiantil. En ese momento, con los militares todavía poderosos y la joven democracia acechada por intentos golpistas, estas historias edulcoradas parecían ser las únicas que la sociedad estaba dispuesta a aceptar.

Luego, a medida que los militares fueron perdiendo recursos e influencia, el relato empezó a cambiar. Con el
endurecimiento del discurso de Hebe de Bonafini primero y después con la publicación de la trilogía La voluntad, de Eduardo Anguita y Martín Caparrós, surgió a fines de los ochenta y principios de los noventa la narrativa de “los jóvenes idealistas que dieron la vida por un país mejor”. Ya no eran meras víctimas pasivas sino militantes de armas tomar, valientes, generosos, comprometidos, que dieron todo y hasta lo que no tenían para seguir el sueño de utopías marcado a sangre y fuego por el Che Guevara.

Después, con la reapertura de los juicios, con cientos de represores en la cárcel, con plazas llenas el Día de la Memoria, con nietos emblemáticos recuperados, otro relato fue posible. Abrieron el camino la denuncia ética del filósofo y ex montonero Oscar del Barco y el diálogo público entre el politólogo y ex montonero Héctor Leis y la referente política y madre de Plaza de Mayo Graciela Fernández Meijide.

Sin caer en la trampa de los dos demonios, ahora podemos decir que además de víctimas inocentes, además de jóvenes idealistas, que muchos lo fueron, también muchos fueron ególatras, violentos y egoístas con sus familias, a las que pusieron en riesgo e hicieron sufrir. Que se alzaron en armas no sólo contra una dictadura, sino que también antes lo hicieron contra una democracia. Una democracia con paritarias, aguinaldo y salario mínimo, entre otras garantías que bastante había costado conquistar.

Ahora podemos y debemos decir también que muchos de esos jóvenes de los setenta, por responsabilidad individual o colectiva, fueron y son asesinos. Mataron y aplaudieron la muerte de personas desarmadas. Y que muchos no se hacen cargo y otros tantos ni siquiera se arrepintieron. Y que algunos hoy ocupan lugares en el Estado y ONG, desde donde juzgan la actuación que tuvieron otros en aquella época tan terrible y sangrienta. En ese contexto, no deja de ser una paradoja que un ex guerrillero que nunca habló de sus acciones armadas en una organización que atacó a civiles, un ex montonero que nunca nombró a sus víctimas y —que se sepa— nunca les pidió perdón, hoy ocupe la presidencia del CELS.

Más allá de que a las fuerzas del Estado como tales les cupieron responsabilidades mayores y que los crímenes paraestatales fueron mucho más aberrantes y masivos, no deja de ser llamativo que este tema, el de la contribución de las organizaciones armadas a la violencia en los setenta, nunca haya sido siquiera mencionado, no ya debatido, en ninguna reunión o asamblea del CELS. Para nosotros es una clara señal de que esta historia no se terminó, de que no se terminó de contar, de que sigue enterrada a la vuelta de la esquina junto con la identidad de los nietos que faltan recuperar y demás secretos que nunca soltaron los desaparecedores.

Por eso es una historia incompleta. Por eso y porque no entrevistamos a todas la personas del CELS, ni contamos todas y cada una de sus muchas y decisivas contribuciones al proceso de verdad y justicia y al fortalecimiento de la democracia. Hay personas muy reconocidas que trabajaron mucho y bien en el CELS y que merecían estar en este libro, pero ni siquiera las nombramos. Tal vez decimos cosas que no tendríamos que decir y somos injustos y estamos equivocados. En ese caso, pedimos perdón. Pero es nuestro aporte limitado, nuestra historia chiquita, nuestro aprendizaje incompleto.

Este es nuestro homenaje al CELS y a quienes desde el CELS contribuyeron a mejorar nuestro país.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Lilita en Politileaks - Por Santiago O´Donnell











Lilita Carrio también tuvo su paso por la embajada. Fue en agosto del 2006, cuando fue a presentarse como candidata presidencial para la elección del año siguiente, en la que saldría segunda detrás de Cristina con más del 24 por ciento de los votos. Carrió le dijo a los diplomáticos estadounidenses que algún día gobernaría el país con su partido ARI, hoy desaparecido. En su charla con la embajada la dirigente de la Coalición Cívica dijo que le encanta Bachelet pero no así Lula, a quien tildó de carente de visión estratégica. También advirtió que el gobierno argentino tenía negocios sucios con el venezolano a través del ministro de Planificación Julio De Vido, y que Néstor Kirchner estaba fascinado Estados Unidos aunque sólo conocía Nueva York.

Con respecto a la política local, Carrió opinaba que el apoyo popular del que gozaba Kirchner en ese entonces era superficial y que su gobierno podía caer en cualquier momento, por lo que la oposición debía estar preparada para gobernar.

El autor del cable le reconoce el entonces liderazgo de la oposición de centroizquierda y destaca que es una de las pocas figuras políticas argentinas que se preocupa por la democracia y las instituciones. Pero también señala que no se ha ganado la confianza de la población para ocupar altos cargos ejecutivos y que al parecer a Carrió le cuesta bajar de sus grandes ideas un plan concreto y realizable para gobernar el país. Así arranca el cable del 8 de septiembre del 2006:

El 24 de agosto, funcionarios de la embajada se reunieron con la líder opositora de centro-izquierda Elisa Carrió , quien dio su punto de vista de la situación política actual en Argentina. Elisa Carrió comenzó la discusión con su análisis de la política exterior del presidente Kirchner. Argumentó que dicha política estuvo marcada por un estilo de confrontación y por una relación peligrosa con el presidente venezolano Hugo Chávez. En una admisión sorprendente, Carrió dijo que la relación de Kirchner con el gobierno de Estados Unidos es lo único que está moderando la alianza de Kirchner con Chávez. Carrió lamentó lo que en sus palabras sería una falta de visión estratégica de Brasil, alabó a la presidenta de Chile Bachelet, e instó a los EE.UU. a hacer todo lo posible para asegurarse de que el presidente García tiene éxito en Perú para evitar "otro Chávez".

En cuanto a la política interna, Elisa Carrió sostuvo que el presidente Kirchner probablemente ganará la reelección en 2007, pero que el gobierno de Kirchner será un fracaso en el largo plazo. Carrió argumentó que la oposición tenía que estar lista para asumir el poder cuando Kirchner caiga y dijo que las alianzas de oposición fueron funcionales a la necesidad de los Kirchner de cooptar nuevos apoyos. Preguntado por el futuro de su antiguo partido, la Unión Cívica Radical (UCR), dijo que el partido se moría. Carrió dijo que mantenía buenas relaciones con los líderes de Propuesta Republicana (PRO) Maurcio Macri y Ricardo López Murphy, pero no estaba de acuerdo con su visión para resolver el problema de la delincuencia del país. En cuanto Al ARI y a su propio futuro, dijo que era bueno para ella se haya apartado de la dirección del partido y expresó su confianza en que ella y ARI eventualmente gobernarían el país. Carrió también lamentó debilidad de las instituciones de la Argentina y la falta de debates inteligentes en el Congreso de la Nación.

A continuación el cable nombra algunos antecedentes de Carrió como su quinto puesto en las elecciones del 2003. El párrafo incluye una opinión negativa del entonces legislador del ARI, hoy Radical K, Fernando Cantero.

El Encargado de Política de la embajada se reunió el 23 de agosto con Fernando Cantero, el líder del bloque del ARI en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, quien criticó duramente las tendencias autoritarias de Carrió y su incapacidad para explicarle a los fieles de su partido sus reuniones con los políticos de derecha Ricardo López Murphy y Patricia Bullrich.

Con respecto al estilo confrontativo de Kirchner, Carrió enumeró conflictos en Perú, Paraguay y Uruguay, pero sin entrar en detalles.

"Kirchner se pelea con todo el mundo en la región. Estuvo mal cuando le hizo un desaire al presidente peruano García al no asistir a su toma de posesión. Kirchner también ha creado conflictos con Uruguay y Paraguay." Carrió atribuyó estilo de confrontación de Kirchner al estilo insular de la Patagonia "El ve al mundo exterior como un enemigo. Tiene poca comprensión del ancho mundo que lo rodea."

Tampoco entró en detalles sobre los negocios de De Vido en Venezuela, pero los vinculó con el peligro de que Argentina sea arrastrada al conflicto de Medio Oriente.

Carrió argumentó que la relación de Kirchner con Chávez se basa principalmente en negocios corruptos gestionados por el ministro de Planificación Julio De Vido, y advirtió que dicha relación conllevaba consigo graves peligros, ya que podría sacar a la Argentina en el conflicto de Medio Oriente debido a las estrechas relaciones de Chávez con Irán. "Kirchner puede disentir públicamente con Chávez sobre ciertos temas, pero eso nunca va a afectar a los negocios que él y De Vido tiene con Chávez.” Pero para Carrió , la relación con Venezuela es arriesgada. "Estados Unidos está profundamente involucrado en el conflicto de Medio Oriente y Europa no puede evitarlo. América Latina debe evitar quedar involucrada en el conflicto. Pero la relación de Chávez con Irán es peligrosa y podría arrastrar a la Argentina al conflicto".

A continuación Carrió pronunció la definición que más llamó la atención de la embajada: que Néstor adoraba a los Estados Unidos.

En una admisión sorprendente, Carrió dijo que la relación de Kirchner con el gobierno de Estados Unidos es lo único que está moderando la alianza de Kirchner con Chávez. Para Carrió , hay límites a lo que Kirchner está dispuesto a hacer con Chávez porque Kirchner no quiere un conflicto serio con Estados Unidos. "Kirchner nunca buscará un serio conflicto con los Estados Unidos. Está fascinado con los EE.UU., aunque sólo conoce Nueva York."

Como para agregarle un poco de pimienta al asunto, Carrió opinó que el auge de Chávez en la región se debía a la “falta de visión estratégica” del gobierno brasilero de Lula. Si su opinión sobre la política exterior de Lula es al menos discutible, su aseveración de que Humala se convertiría en otro Chávez resultó ser, si no un error de apreciación, al menos un pronóstico fallido.

Carrió argumentó que la falta de visión estratégica y la debilidad de Brasil en la región han permitido que Chávez para gane influencia, situación que se ve agravada por la alianza entre Kirchner y Chávez. Reconoció que muchas personas opinan que la situación va a mejorar después de que el presidente brasileño Lula gane la reelección, pero ella no era optimista. Dijo que se sientre identificada en muchas cosas con la presidenta de Chile Bachelet y piensa que la gestión de Bachelet será exitosa Bachelet sería un éxito. Carrió sostuvo Ollanta Humala será otro Chávez si asume el poder en Perú por un fracaso del presidente García.

Habiendo pasado revista a la agenda internacional, Carrió pasó a la política local. En su análisis, que no incluye a Cristina, da por hecho que Néstor Kirchner se postularía a la reelección en el 2007, cosa que no ocurrió. Fiel a su estilo, pronosticó que el gobierno de los Kirchner “caerá rápidamente cuando llegue la próxima crisis.”

Elisa Carrió sostuvo que el presidente Kirchner probablemente ganará la reelección en 2007, pero que el gobierno de Kirchner fracasá en el largo plazo. Carrió dijo que a pesar de la aparente fuerza política de Kirchner, el apoyo que recibe es superficial. "Kirchner es un mal extendido, pero sólo tiene tres centímetros de profundidad. A diferencia de Alfonsín y Menem, Kirchner carece de carisma, y nadie siente un gran amor por él. Incluso sus más cercanos colaboradores preferirían no estar junto a él. Kirchner no tiene ningún partido político real, ya que la estructura del Partido Justicialista se le ha ido. Además, desde la crisis, a la Argentina le viene faltando la solidaridad política corporativa necesaria para apoyar a un presidente en crisis. Cuando la próxima crisis golpée, Kirchner podría caer muy rápidamente.
Después de analizar el kirchnerismo en términos catastróficos, Carrió se mostró sumamente optimista con respecto a su futuro y el de su fuerza política.

Con respecto al ARI y a su propio futuro, dijo que había sido saludable que ella de un paso al costado del liderazgo del partido y se mostró confiada en que ella y su partido eventualmente gobernarán a la Argentina. “Ellos (los dirigentes de ARI) tiene que asumir la responsabilidad. Se han corrido a la izquierda desde que me bajé pero no importa, es parte del proceso de desarrollo. ARI es un partido pequeño, pero un día se van a gobernar el país."

Después de su segundo puesto en el 2007 Carrió volvería a presentarse como candidata a presidenta en el 2011 contra Cristina Kirchner, pero sacaría menos del dos por ciento de los votos. Dos años más tarde saldría segunda en una elección para senadores nacionales en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, asegurándose una banca en la Cámara alta y reposicionándose para volver a competir por la presidencia en el 2014. En el cable diplomático Carrió explica que el problema no es que ella no los sepa interpretar los deseos de los votantes, el problema es que los votantes eligen mal por pensar de manera equivocada.

Carrió dijo que las encuestas muestran que la gente la admira, pero que la mayoría nunca votaría por ella. "Yo hablo de la necesidad de un plan de 20 años para cambiar este país, sobre la necesidad de un Pacto de la Moncloa en este país entre el trabajo, los negocios y el gobierno. Los argentinos quieren que alguien les dé una solución a corto plazo y no existen soluciones a corto plazo a los problemas de la Argentina. Las personas tienen que cambiar su forma de pensar".

A la hora de sacar sus propias conclusiones el autor del cable firmado por el Encargado de Negocios Mike Matera no termina de comprar los argumentos de Lilita. Por un lado la elogia por su vocación republicana, pero por el otro la acusa de cierta falta de pragmatismo en su accionar y de claridad para enunciar sus propuestas.

La amplia educación de Elisa Carrió y su experiencia en la política argentina hacen de ella una persona interesante para hablar sobre la situación política del país. También es uno de los pocos líderes políticos argentinos que parece que realmente interesada en la salud de las instituciones democráticas del país. Pero Carrió ha tenido dificultades para explicar cómo se traducen sus amplias propuestas y soluciones a una realidad concreta. Como resultado, las encuestas muestran que a pesar de que a los argentinos en general les gusta el discurso de Carrió y piensan que ella hace una contribución positiva al diálogo en el Congreso, serían reacios a elegirla para un cargo ejecutivo. Su aparente incapacidad para gestionar su propio partido sólo refuerza esta impresión. Carrió tendrá que demostrar sus habilidades de gestión ante el público argentino en los próximos años o correrá el riesgo de entregarle el liderazgo de la oposición a la centro-derecha.