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domingo, 27 de diciembre de 2015

Navidad con Assange - Por Santiago O'Donnell











Navidad en la embajada de Ecuador con Julian Assange, que lleva más de tres años de encierro en ese lugar. Navidad discreta, cálida, con risas pero sin algarabía, alcohol pero sin excesos, amigos y familia pero no todos, ni siquiera muchos. Nochebuena con su padre John, arquitecto exitoso y australiano como su hijo. También están un documentalista australiano, con un cineasta greco-francés, con una abogada de derechos humanos guatemalteca. Y este cronista que pidió y obtuvo permiso para venir, estar y contar la historia, la de cómo pasa Navidad un hombre que lleva tres años casi sin ver la luz del día ni respirar aire fresco ni sentir una brisa ni alcanzar con su mirada la línea que forma el horizonte. Salmón relleno con mascarpone y verduras, cocinado por la abogada con la receta que la madre le dicta por teléfono desde el otro lado del Atlántico. De postre, tarta de castaña comprada en el supermercado. Espumante para brindar “para que esta sea la última Navidad que pases acá”, le propone la abogada. Vinos argentinos provistos por la ahora ex embajadora Alicia Castro, por lejos la diplomática que más lo apoyó y acompañó durante su encierro, y a quien él ya considera una buena amiga. Alguien descorcha el vino preferido de Assange, el Alta Vista malbec, mientras el fundador de Wikileaks explica su preferencia. “Es que Alta Vista era el nombre del servidor que luego se convirtió en Google”, dice, en referencia a uno de sus enemigos íntimos de Silicon Valley. Después de dos días de jogging y remera negra con estampado desteñido, Assange viste lo que sería para él un uniforme de gala: camisa escocesa de franela azul y pantalón de corderoy gris, ambos sin planchar, y borceguíes militares.

La charla, como suele suceder con Assange, deriva en una vuelta al mundo. Todos participan, Assange habla mucho, le encanta hablar, pero también sabe escuchar. China, Estados Unidos, Xi, Trump, Francia, Bélgica, Hollande, Grecia, Tsipras, Varoufakis, Lehman Brothers, Turquía, Erdogan, Chechenia, Kodorov, Rusia, Putin, Ecuador, Correa, Evo Morales, Bolivia, Guatemala, Australia, Escocia, Salmon-Sturgeon, Hermanos Muslmanes, Qatar, Estado Islámico, Libia, Bengazi, Hillary, Arabia Saudita, Naciones Unidas, Ban Ki-moon. El documentalista australiano cuenta que está filmando en el sudeste asiático un documental acerca de cómo la propaganda estadounidense busca rodear a China al mismo tiempo que la presencia militar estadounidense crece en esa región. El cineasta dice que sus próximos proyectos incluyen una película sobre alquiler de extranjeros en China (“una alegoría sobre la decadencia de un imperio y el surgimiento de otro”) y filmar en Chechenia una danza desarrollada por un gurú sufí que se combina con las creencias islámicas de la región. La abogada dice que le sorprende la difusión que tiene la violencia en México y Estados Unidos y aun las ejecuciones del Estado Islámico en comparación con Guatemala, ya que en su país las decapitaciones están a la orden del día, los cráneos son rebanados para dejar expuesta la masa cerebral y en un caso las cabezas de los decapitados fueron alineadas en la entrada de una Legislatura a modo de protesta para impedir que la asamblea se ponga a sesionar. Pero nada de eso alcanza para que Guatemala atraiga la atención internacional, se queja la abogada. Los comensales también se interesan por Argentina, por el triunfo de Macri y qué va a pasar. En un momento la charla deriva en el fiscal Nisman, caso que tanto Assange como la abogada han seguido con interés. “Pero tú no te vas a suicidar”, le dice ella, sólo mitad en broma, en un único momento de ligera tensión, que el cineasta rompe ofreciendo foie gras que había traído de Francia el día anterior. Nadie abre regalos pero los invitados reparten “crackers” una especie de cotillón tradicional inglés. La abogada trajo un tocadiscos y unos discos de vinilo para alegrar la situación pero no hay clima de baile ni de canto. Después de medio rock bajan el volumen a casi un zumbido para no ahogar la conversación.

Assange está asilado en esta embajada, en uno de los barrios más coquetos de Londres, a metros de la supertienda Harrods, desde que violó su libertad condicional para internarse en la sede diplomática, buscado pero no acusado por la Justicia sueca por presuntos crímenes de naturaleza sexual. A más de cuatro años desde que los hechos ocurrieron cuesta creer cómo esto empezó: según la extensa documentación del caso que este cronista revisó, a Assange lo investigaron por “asalto sexual” porque una mujer declaró que él no se dio cuenta que su profiláctico se había roto durante un acto de sexo consentido, y lo siguen investigando por “violación menor” porque otra mujer declaró que después de tener sexo con él una mañana y la noche anterior, ambos se durmieron por un rato, luego él despertó esa misma mañana y volvió a tener sexo con ella mientras la mujer estaba, según ella, “semidormida”, y a los pocos minutos la mujer despertó del todo y a partir de ese momento, tuvieron sexo consentido. (Assange dice que siempre estuvo despierta.) El presunto cargo de “asalto sexual” basado en el testimonio de la primera mujer ya prescribió, pero las autoridades suecas siguen investigando si el momento en el que la segunda mujer dijo que estaba “semidormida” constituye una violación sin uso de fuerza, aunque la segunda mujer nunca lo acusó de hacer algo en contra de su voluntad, mucho menos de violarla. Tampoco la primera. Sin embargo, preocupada porque no había usado profiláctico con Assange, la segunda mujer llamó a la primera, que era su amiga, y ahí ambas se enteraron que se habían acostado con el mismo hombre casi al mismo tiempo. Entonces decidieron presentarse en una estación de policía, no para denunciarlo a Assange, sino para obligarlo a hacerse un examen de HIV.

La traición que las mujeres habrían sentido al enterarse que habían tenido al mismo amante, el abogado mediático que tomó su caso, una fiscal ambiciosa, una política de estado feminista, el alineamiento sueco con Estados Unidos y la falta de criterio del propio Assange –que hasta el día de hoy sostiene que se acostó con ellas por razones de seguridad, para saber que podía confiar en ellas en un momento en que estaba clandestino, viviendo en casa de desconocidos, porque acababa de publicar los despachos de la guerra de Irak y por eso Estados Unidos lo perseguía–, entre otras vueltas de tuerca entre sutiles y complicadas sobre la historia y la personalidad de las dos mujeres, que Assange explica en detalle, junto con consideraciones acerca del sistema judicial, la cultura, la política y la historia de Suecia, durante una conversación que dura más de seis horas dos días antes de Navidad redondean un panorama tragicómico. Este podría empezar a aclararse en los próximos tres meses debido a un acuerdo entre Suecia y Ecuador para que Assange sea entrevistado en la embajada y la fiscal decida finalmente si lo acusa o no. Assange parece seguro de que lo van a acusar: “Para la fiscal sería un papelón si después de todo este tiempo no lo hace. Este es el caso más mediático de la historia sueca. Si te fijás en cualquier buscador de internet, mi nombre aparece junto al de Suecia más veces que firmas emblemáticas como Ikea o Saab, o personajes famosos como Olof Palme e Ingmar Bergman. mi caso es la carta de presentación más fuerte que tiene Suecia ante el mundo. No pueden dejarlo caer así no más”. Pero Assange también está convencido de que la justicia sueca eventualmente terminaría absolviéndolo, sino de inmediato en instancias superiores. El problema no es el caso sueco, dice Assange. Por eso es muy poco lo que ha dicho sobre el tema en público. “No me sirve hablar de eso. El tema no es si soy o no un violador, sino por qué me persigue Estados Unidos.” Según la respuesta a un pedido de información pública de una periodista italiana, Suecia reconoció conversaciones con el Departamento de Justicia estadounidense sobre Assange, y Assange está convencido de que esas conversaciones giraron en torno a su eventual extradición a la superpotencia norteamericana. Allí en el estado de Virgina, muy cerca de la capital, un gran jurado lo investiga y posiblemente lo ha acusado de espionaje, conspiración y robo de documentación estatal. Las acusaciones de los grandes jurados son secretas (“selladas”) hasta que el fiscal decide darlas a conocer, sin límite de tiempo, y es un crimen federal hablar de las acusaciones “selladas” hasta ese momento. Los grandes jurados pueden ordenar allanamientos y citar testigos sin la orden de un juez, y algunos de los testigos citados y los abogados de Assange en Estados Unidos le han hecho saber que la acusación del gran jurado es inminente, si es que todavía no ha ocurrido. Como Suecia se niega a garantizarle que no será extraditado a Estados Unidos, pese a que su legislación prohíbe extradiciones por presuntos crímenes políticos, Assange se niega a viajar a Suecia aunque se le vaya la vida en la embajada. El cargo de “violación menor” expira en el 2020.

Durante estos tres años de encierro, más allá del tiempo que le dedican a cuestiones judiciales y tecnológicas por los embates que regularmente reciben en ambos frentes, tanto Assange como Wikileaks se han mantenido activos en su metier, que es la publicación de documentos secretos. Desde los correos electrónicos de funcionarios sirios incluyendo a Bashar al Assad, hasta los del jefe de la CIA, John Brennan, pasando por las denuncias de un submarinista nuclear británico y sobre todo las cláusulas secretas de tres tratados de comercio y servicios que Estados Unidos impulsa con decenas de países del mundo excluyendo a los Brics y, por caso, a la Argentina: TIPP, TPP, y TISA, con el propósito, según Assange, de aislar a las potencias emergentes y especialmente a China, y reemplazar a la Organización Mundial del Comercio con un marco jurídico, aduanero y de Internet hecho a la medida de los intereses estadounidenses, una especie de jurisdicción universal a la inversa, donde un solo país ejerce el poder y los demás obedecen, facilitando extradiciones a Estados Unidos por crímenes cometidos en el extranjero, y eliminando obstáculos para el desembarco indiscriminado de empresas estadounidenses en los países firmantes.

Aunque en la semana de Navidad las agendas se alivianan y el trabajo disminuye, permitiendo largas visitas con sus afectos, no deja de sorprender la voracidad intelectual y la capacidad de atención de Assange, a pesar de su evidente deterioro físico, mental, y psicológico. Dos días antes de Navidad mantuvo una conversación que duró diez horas con este cronista y su padre, un hombre muy culto que conoce a Menem (“fue terrible, no?”) y pregunta por Cristina, discurriendo mayormente sobre geopolítica pero también sobre ciencia, ética y biología genética, con Assange llevando el peso de la charla interrumpido apenas por alguna pregunta o el comentario ocasional de sus interlocutores. En los últimos meses han sido interlocutores habituales suyos el filósofo esloveno Slavov Zizek y el economista griego Yanis Varoufakis. con ellos, Assange está trabajando en la creación de un tanque de pensamiento progresista, que busca combinar ideas vanguardistas con los últimos adelantos tecnológicos. “Yo no lo pienso como algo de izquierda, aunque la prensa lo describe de esa manera, mi idea es hacer algo abierto a distintas ideologías.”

Pero el deterioro es evidente. Apenas puede mover su hombro derecho debido a dolor que le surgió y los doctores que lo visitaron no han podido diagnosticar, en parte porque las autoridades inglesas no le permiten trasladarse a un centro médico para hacerse una resonancia magnética o una tomografía computada. Tiene un diente partido por algo duro que mordió en su comida durante una breve estadía en una cárcel británica. Necesita una extracción o por lo menos un tratamiento de conducto pero su pedido de visitar un consultorio odontológico también ha sido rechazado. Para aliviar su dolor toma pastillas todos los días. Durante un tiempo sus médicos le daban morfina pero meses atrás le cambiaron la droga, dice, sin que el cambio le produjera un síndrome de abstinencia. Cuenta que pasó dos años tratando de conseguir un médico que lo tratara, más allá de la visita informal, porque varios doctores británicos y alemanes que había consultado se negaron porque sus seguros no cubrían la jurisdicción ecuatoriana y porque tenían miedo que su asociación con Assange podría perjudicarlos a nivel profesional.

A estos achaques físicos potencialmente peligrosos se suman una palidez cada vez más notoria por falta de sol y una evidente carencia de tonicidad muscular por falta de ejercicio. Como la embajada está ubicada en una planta baja, hace más de tres años que no sube una escalera. Antes de lastimarse el hombro practicaba boxeo con un voluntario de Wikileaks que se gana la vida trabajando de guardaespaldas, pero desde entonces la única actividad que realiza es caminar y trotar en una cinta. Cosa que hace cada vez menos porque la cinta le refuerza la sensación de encierro porque no va a ninguna parte y los objetos no se agrandan a medida que avanza en su andar y se acerca a ellos, como ocurriría si estuviera en libertad. Cerca de él cuentan que Assange ha perdido toda noción de tiempo y espacio, pasa horas sin darse cuenta que la tarde se convierte en noche y pese a su sedentarismo no engorda porque rara vez se acuerda de comer hasta que alguien de su equipo le avisa. Como ha recibido múltiples amenazas de muerte, hasta amenazas de estadounidenses locos que mandan planitos explicando cómo llegar desde el aeropuerto hasta la embajada para matarlo, Assange rara vez se acerca de día a las ventanas. De noche sí, le gusta sacar fotos con su cámara con teleobjetivo y sensor de luz. Busca y dispara sobre las cámaras de seguridad emplazadas a su alrededor y a las camionetas donde se esconden los espías que lo vigilan. Después amplía las imágenes y consulta manuales para constatar la sofisticación de los equipos que usan para monitorear sus movimientos. Por ejemplo, una de las cámaras que fotografió en estos días y que mostró a sus invitados en Nochebuena tenía un mini limpiaparabrisas para los días de lluvia.

A un prisionero de máxima seguridad le asiste el derecho de al menos una hora de ejercicio al aire libre por día. Pero cuando Assange pidió al gobierno británico que le dejasen ejercitarse durante ese tiempo en una terraza contigua a la embajada, el pedido, como todos los demás, volvió rechazado. En estos tres años Assange ha salido cuatro veces al balcón, sus únicos contactos con el cielo y el viento. Dos veces lo hizo para leer declaraciones acerca de su situación judicial, otra para hacerse fotografiar junto al lingüista estadounidense Noam Chomsky y la cuarta para hacerse retratar junto al líder por los derechos civiles norteamericano Jesse Jackson. “Esa vez sí que desafié la muerte, sin darme cuenta” comenta Assange. “Después me enteré que en otro tiempo, en otro balcón, Jackson estaba parado junto a Martin Luther King cuando King fue asesinado.” Cuando sale al balcón, lo primero que hace es fijarse la forma en que están colocados los ladrillos en las paredes de ladrillo expuesto de los edificios que lo rodean. Lo que busca es un patrón diferente de colocación al que puede observar desde su ventana, solo para ver algo diferente. Aunque todavía puede leer sin usar anteojos cuenta que le cuesta mucho medir distancias por la incapacidad que tiene de mirar a lo lejos. “Siento que estoy en una obra de teatro, con gente que entra y sale del escenario mientras yo sigo acá, viéndolos pasar”, comenta con tono sombrío. Para iluminar la sala de conferencias donde recibe a sus invitados, Assange se vale de una poderosa luz de esas que usan los fotógrafos profesionales en sus sesiones con modelos. Dice que es la luz que más le gusta por replicar en parte la gama de colores de la luz del sol, “salvo por el azul”.

Cerca de él cuentan que Assange no quiere hablar de sus problemas de salud para no mostrarse derrotado ante sus adversarios, pero sus colaboradores están preocupados. La embajada tiene un total de doscientos metros cuadrados y aunque Assange hoy puede moverse dentro de ella con cierta libertad, no siempre fue así. Cuentan que el embajador anterior no lo quería y que durante un año estuvo confinado a su habitación de cinco por cinco metros, donde solo cabe un colchón para uno y un placard para ropa, más su espacio de trabajo de treinta metros cuadrados abarrotado de computadoras y bibliotecas que debe compartir con su equipo, más un baño sin ducha y una cocina muy apretada. Ahora tiene un poco más de espacio y una buena relación con los guardias de seguridad y el personal de la embajada, pero hasta el visitante ocasional no pude evitar la sensación de encierro que produce el lugar.

Para la comida del día de Navidad Assange repite el vestuario del día anterior para recibir a su padre, a la abogada guatemalteca, a este cronista, a un destacado periodista de investigación estadounidense que lleva 20 años afincado en Londres, y a su esposa, una productora de documentales y activista social, que trae pavo, salsa, papas, zanahorias y budín inglés preparados por su hija. El matrimonio acaba de llegar de un viaje de tres semanas por India. Esta vez la conversación gira en torno de la economía mundial, con Marx y Picketty como grandes protagonistas, las últimas tendencias en hackeo, lo errores políticos del líder laborista Jeremy Corbyn, y la maleabilidad de ciertos periodistas formados en “Oxbridge”, mezcla de Oxford y Cambridge, la cuna intelectual de la elite británica. Ya no hay música aunque el tocadiscos sigue ahí, y el clima es un poco más sombrío, como si se pudiera palpitar el final de la fiesta y el regreso a una rutina difícil de soportar. Pero a los postres la cara de Assange estalla en una sonrisa cuando la productora venida de India le acerca el teléfono celular: del otro lado de la línea está Alicia Castro. “¡Alisha! ¡Feliz Navidad! Estamos tomando tus vinos...¿Cómo?” Se acerca a una ventana para escuchar mejor. Después de un par de minutos corta y vuelve con las noticias: “Está bien, pero un poco triste con el cambio de presidente. Dice que Macri está gobernando por decreto.” Después de colgar con la ex embajadora Assange va a la cocina y vuelve con una tetera llena con dos saquitos colgando y sirve las cinco tazas. Después de un rato más de charla los invitados se retiran y Assange cuenta triste que pudo hablar con su madre y sus hijos en Francia y Australia, “pero es muy poco lo que se puede hablar en un teléfono seguro”. Dice que no está contento ni mucho menos feliz a pesar de los lindos momentos que acaba de pasar, pero tampoco amargado, ni deprimido, ni resignado. Después de pensarlo concluye, en forma de pregunta porque no está convencido, “¿tal vez un poco enojado?”

Tres días antes, en el primer encuentro de este viaje, después de saludar, lo primero que había preguntado es “¿Qué pasa con Macri?” Quería saber todo del nuevo presidente argentino. Había leído los cables de Wikileaks que lo mencionaban y se había detenido en uno que decía que había consultado con los gobiernos de Israel y Estados Unidos el nombre de su primer jefe de la policía metropolitana. Sin embargo, no pierde las esperanzas de entablar una buena relación con el nuevo gobierno argentino. Dijo que una de las principales razones por las que aceptó que este cronista argentino contara su Navidad en un diario argentino es porque le gustaría que Macri y su equipo conozcan mejor su situación y eventualmente lo apoyen en foros internacionales, como el gobierno argentino lo ha venido haciendo durante el mandato de Cristina Kirchner. Es que la situación judicial con Estados Unidos pinta fulera, dice Assange y mucho más si, como todo parece, en noviembre Hillary Clinton gana las elecciones. La ex primera dama tiene un encono personal con él porque Wikileaks publicó los cables del Departamento de Estado cuando ella estaba a cargo de esa repartición y después publicó los correos electrónicos de Hillary, donde habla de temas de Estado en su e-mail personal. Aunque a esta altura queda claro que no lo van a procesar por sus publicaciones –si así fuera este cronista y este diario también estarían en problemas– Assange se habría enterado que el presunto autor de la filtraciones de los documentos diplomáticos y militares estadounidenses, la ex soldado primera clase Chelsea Manning, condenada a 35 años de prisión, después de meses de prisiones y un trato que el relator de la ONU para la tortura Juan Méndez describió como “condiciones similares a la tortura” Manning habría confesado que antes de la filtración se había comunicado “con alguien que dijo ser Assange” y que investigadores habrían descubierto chat borrados entre Manning y una persona “que dijo ser Assange”, quien le habría aconsejado al soldado cómo sacar los documentos que publicaría Wikileaks y cómo cubrir sus huellas después de sacar esos documentos. Preguntado sobre si a él le consta que esos chats existieron, Assange sonríe y contesta: “no puedo comentar sobre eso”.

Por otro lado, el mismo Assange tiene esperanzas de recibir buenas noticias del Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de Naciones Unidas que estudia su caso. Si el el Grupo arriba a un dictamen que indica que Assange está siendo arbitrariamente detenido por Gran Bretaña y Suecia en la embajada,  estaría basado en el hecho de que Gran Bretaña y Suecia no le reconocen el asilo y por lo tanto no le permiten un salvoconducto para viajar a Ecuador, mientras que su encierro ha superado por más de un año el máximo tiempo de encarcelamiento que le correspondería en Suecia si fuera condenado por el crimen de violación menor por el que es investigado pero aun no ha sido acusado. Según entiende Assange, este dictamen que podría destrabar su situación podría demorarse por presiones de Suecia, Gran Bretaña y Estados Unidos. Por eso se encuentra en busca de apoyo internacional y en este escenario Latinoamérica en general y Argentina en particular, siendo este un referente internacional en el tema de los derechos humanos, bien podrían interesarse en su caso y acaso iniciar gestiones para reforzar la autonomía del Grupo de Trabajo.

Podrá sonar ingenuo imaginarse algún apoyo de un flamante gobierno que ha hecho saber sus deseos de alinearse detrás de Estados Unidos, para el hombre que ha revelado los secretos más vergonzosos y comprometedores que jamás se hayan conocido de ese país, con la posible excepción de los que más tarde filtraría Edward Snowden siguiendo su ejemplo. Casi casi sería un milagro. Milagro de Navidad, si es que existen.

Publicado en Página 12

martes, 15 de diciembre de 2015

Malcoleaks - Por Santiago O´Donnell
















Como subsecretaria general de la Organización de Naciones Unidas a cargo del Departamento de Apoyo a las Actividades sobre el Terreno (DAAT), con un presupuesto anual de miles de millones de dólares para dar apoyo logístico y administrativo a 120 mil civiles, policías y militares en cerca de treinta misiones de paz alrededor del mundo, la recientemente designada canciller argentina Susana Malcorra no siempre logró cumplir con objetivos que ella misma y su organización se habían trazado. No pudo en el arranque de la misión en Darfur, Sudán, donde la ONU interviene desde el 2007 para frenar un conflicto armado que derivó en una limpieza étnica con miles de muertos y millones de desplazados. Se trata de una misión prioritaria para Estados Unidos y lo fue sobre todo durante el tramo final del gobierno de George W. Bush (2007/2008) debido a un viejo interés en Sudán de los grupos evangélicos que apoyaban a su gobierno conservador.

La ONU había asignado una fuerza de 26.000 efectivos para imponer la paz en Darfur, pero la falta de coordinación entre los países que se habían comprometido a mandar tropas y los países que se habían mostrado dispuestos a transportarlas hizo que el plan original de colocar el 80 por ciento de esos efectivos en el terreno durante el primer año de la misión pronto tuviera que descartarse y desaparecer de los discursos y documentos de la ONU por no coincidir con la realidad. A tal punto llegó la frustración y desconfianza en el área gestionada por Malcorra que un militar británico le sugirió a un funcionario estadounidense que quizás era mejor saltearse la intermediación de las Naciones Unidas para trabajar directamente con los países que proveían las tropas que había que transportar.

A pesar de los problemas logísticos y administrativos de las distintas misiones de paz pero sobre todo la de Darfur, Malcorra supo mantener durante sus años al frente de la DAAT una excelente relación con el gobierno de Estados Unidos. Tal es así que cuando funcionarios de ese país le sugirieron que nombre a ciudadanos estadounidenses en puestos clave bajo su organigrama administrativo. Malcorra se mostró más que dispuesta a complacer dichos requerimientos.

Todo esto aparece en los veinte documentos del Departamento de Estado estadounidense fechados entre los años 2008 y 2009 que mencionaba a Malcorra, quince de ellos originados en la sede de la ONU en Nueva York, cuatro en la capital sudanesa de Jartum y uno en el Departamento de Estado en Washington, filtrados en 2012 por el sitio Wikileaks. Los cables no dicen que Malcorra hizo mal su trabajo. Los diplomáticos estadounidenses que los escriben no la critican y el secretario general de la ONU Ban Ki- moon la premió con un ascenso en el 2012 al convertirla en su jefa de gabinete. La propia Malcorra reconoció deficiencias en la burocracia del organismo. En 2009 fue coautora de un informe que recomienda cambios en la planificación y ejecución de las misiones de paz y al año siguiente la CAAT presentó un detallado plan de reforma ante la Asamblea de la ONU. Cinco años más tarde el tema se sigue discutiendo y los distintos proyectos de reforma de las misiones de la ONU, que datan del año 2000 en adelante, se siguen apilando en los archivos de la organización. El año pasado Ban ki-Moon nombró un Grupo Independiente de Alto Nivel para continuar con el tema. Y este año Malcorra dejó Nueva York para volver a la Argentina, con la expectativa de volcar su amplia experiencia y nutridas relaciones al servicio del país.

El primer cable de la serie, clasificado “confidencial” y fechado 12 de mayo del 2008 da cuenta de la importancia que le daba la delegación estadounidense al puesto al que acababa de ser asignada Malcorra, justamente en reemplazo de otra funcionaria estadounidense, Janet Holl Lute, que dejaba la organización multilateral para asumir como vicedirectora del Departamento de Seguridad Interior de su país.

El del Departamento de Apoyo a las Actividades sobre el Terreno (DAAT) trabaja junto al Departamento de Operaciones para el Mantenimiento de la Paz (DOMP). Con un presupuesto global anual de U$S siete mil millones en operaciones de paz, es importante que Estados Unidos retenga su presencia en los puestos más importantes de la DAAT...El Secretario General recientemente nombró a Susana Malcorra de Argentina como la nueva Subsecretaria General para la DAAT.

El siguiente cable “confidencial “ desde Naciones Unidas, esta vez del 7 de agosto del 2008, relata una reunión del grupo de “Amigos de la Misión de ONU en Darfur” (Amigos de Unamid) para evaluar un pedido de apoyo logístico que días atrás había presentado Malcorra.

Malcorra solicita transporte aéreo y una fecha cercana para realizar la operación. La mayoría de los estados representados, con la excepción de Canadá, Reino Unido y Alemania, parecían no estar interesados en apoyar el pedido de Malcorra.

Para no dejarla sola, el cable concluye con un pedido de apoyo de la delegación militar estadounidense en la ONU al Departamento de Estado para que las embajadas estadounidenses convenzan a más países de ayudar a Malcorra.

Pedido de acción: El Comité de Personal Militar de Estados unidos-ONU sugiere que el Departamento considere instruir a capitales de los Amigos de UNAMID para alentar a esos países a que provean el apoyo requerido por la Subsecretaria General/DAAT Malcorra.

Otro cable “confidencial” desde Nueva York, pero del tres de septiembre del 2008, detalla la “frustración de varios países” con los obstáculos burocráticos que presentaba la misión en Darfur y la dificultad para cumplir con el pedido de Malcorra. Según el cable, aún los países que más apoyaban la misión_Australia, Canadá, Gran Bretaña y Estados Unidos_ expresaron dudas acerca del presupuesto y el plan a largo plazo que ella les había presentado. Hablando de los representantes australianos, el cable dice:

 Sus preguntas con respecto a la lista de Malcorra –sobre su planificación a largo plazo y el gasto del presupuesto acordado– reflejó las que previamente habían expresado en reuniones Estados Unidos, Reino Unido y Canadá. Los Australianos sugirieron que una contribución adicional de Estados Unidos podría provocar que su país también contribuya.

A su vez el representante alemán fue muy duro, criticando al gobierno sudanés, pero aún más a la misión de la ONU.

Alemania ha intentado aportar transporte aéreo y personal para Unamid, y ha expresado frustración con los obstáculos que le han presentado el gobierno de Sudán y el Secretariado. El coronel Ralph Scholtz explicó “que Naciones Unidas tiene un entendimiento claro de los problemas pero no de las soluciones, que su burocracia los mata y que responden con una falta de flexibilidad que es desconcertante, y que la misión en Darfur sufre de falta de experiencia”. Alemania ofreció cincuenta asesores militares a Unamid, pero la ONU sólo aceptó diez. Estos militares, junto con otros expertos e ingenieros alemanes, tuvieron problemas con sus visas que obstaculizó su despliegue en Darfur. En los últimos seis meses, un solo asesor alemán ha sido desplegado.

El representante italiano no sólo no se quedó atrás sino que subió la apuesta. Dijo que la misión en Darfur era el peor despliegue de tropas en la historia militar de toda la humanidad.

Italia también había ofrecido desplegar tropas. La ONU al principio rechazó la oferta pero cambió de opinión meses después dejando a los italianos dudando del cambio de actitud, lo cual llevó a su comentario de que “la ONU no está trabajando de la mejor manera en esta situación.” El general Giuliano Ferrari agrego que el de la misión en Darfur es “el peor plan de despliegue en la historia militar.”

Los dinamarqueses también ofrecieron aviones de transporte militar, dice el cable, “pero la oferta fue recibida de manera confusa y no se supo más nada.”

Sin embargo, de todos los consultados, el más crítico del trabajo de la ONU en Sudán fue el asesor militar de Reino Unido, refleja el cable. El militar británico directamente opinó que a esa altura del partido quizás era mejor transportar las tropas a Darfur sin pasar por el laberinto burocrático que implicaba la mediación de la ONU.

El asesor militar de Reino Unido tenía una perspectiva aún más pesimista. El teniente coronel Nicholas Slinger expresó su frustración con el Secretariado por el punto muerto burocrático que había experimentado. Nos informó que ya no habría dinero fresco de Reino Unido sobre la mesa, pero sugirió que los Amigos deberían enfocarse en apoyar a los Países Aportantes de Tropas directamente, y evitar los canales de Naciones Unidas para que las cosas se hagan.

El despacho diplomático que sigue, fechado en Nueva York el ocho de septiembre del 2008, narra una reunión entre Malcorra y la diplomática estadounidense Rosemay Di Carlo, entonces la número dos de la delegación norteamericana en la ONU. Según el cable, en esa reunión Di Carlo le dijo a la argentina que no era realista seguir hablando de una efectividad del ochenta por ciento en el despliegue de tropas en Darfur y que convenía revisar esa cifra para abajo para mantener la credibilidad de la ONU.

Malcorra reconoció que el objetivo expresado por la DAAT de 80 por ciento de despliegue a fines de diciembre no podría ser alcanzado y reconoció que 6065 por ciento sería más realista, con el 80 por ciento alcanzable en el primer trimestre de 2009. Di Carlo alentó a Malcorra a discutir con sus colegas de la ONU el hacer pública esa información, haciendo notar que si la ONU continúa manteniendo en público la figura de 80 por ciento, el fracaso en lograr este objetivo en diciembre restará credibilidad a la misión. Malcorra estuvo de acuerdo.

Para tranquilizar a su interlocutora, la diplomática argentina se ofreció a dar explicaciones por la demora, si fuera necesario, en el Capitolio y en la Casa Blanca.

Indicando que aprecia el énfasis que Estados Unidos le pone a lograr una misión exitosa en Darfur, Malcorra ofreció viajar a Washington para informar a funcionarios de los poderes legislativo y ejecutivo, si fuera necesario.

Dos meses más tarde, otro cable “confidencial”, fechado siete de noviembre de 2008 desde Nueva York, blanqueaba que aún la meta reducida de 60 por ciento de despliegue sería muy difícil de alcanzar.

En una reunión con el teniente coronel Tim House del Servicio de Generación de Fuerzas (SGF) de la ONU, representantes estadounidenses (funcionario político, asesor militar y Asesor Principal para la oficina del Enviado Especial) discutieron la actualidad del despliegue de la misión en Darfur (Unamid) después de la reunión de Amigos de la Unamid con la Subsecretaria General Malcorra el 30 de octubre. El funcionario de la SGF dijo que la oferta pendiente de Estados Unidos de proveer transporte aéreo es “vital” y que el objetivo de la ONU de despliegue del 60 por ciento de Unamid antes del fin de 2008 no será alcanzada sin el aporte estadounidense de transporte aéreo.

Un mes más tarde, el 19 de diciembre de 2008, Malcorra presentó un informe sobre la situación en Sudán ante el Consejo de Seguridad de la ONU, dice un cable fechado el 24 de ese mes. En la reunión del Consejo la diplomática a cargo de la DAAT puso en duda el nuevo objetivo anunciado por la ONU de ochenta por ciento de despliegue de cascos azules en Darfur al término del primer trimestre del 2009. Malcorra atribuyó las nuevas demoras a los países de la Unión Africana que debían mandar tropas.

Malcorra alertó que el objetivo de 80 por ciento de despliegue a fines de marzo depende de que los Países Donantes de Tropas estén listos para hacerlo en ese plazo. Ella urgió a los Países Donantes de Tropas a comenzar operaciones pre-despliegue lo más pronto posible.

El 11 de febrero Malcorra se reunió con la entonces embajadora estadounidense ante la ONU, hoy Consejera de Seguridad Nacional del gobierno de Obama, Susan Rice. De esa reunión habla uno de los cables más jugosos de la serie, fechado en el mismo día en que la reunión tuvo lugar. En dicho encuentro Rice le pide a Malcorra que nombre a funcionarios estadounidenses en distintos puestos de la DAAT, y la diplomática argentina da a entender a su colega estadounidense que los deseos de Washington serán satisfechos.

En una reunión introductoria el 11 de febrero Subsecretaria /DAAT Malcorra le dijo a la Embajadora Rice que el ciudadano estadounidense Tony Banbury era su candidato preferido para subsecretario General Adjunto en el Departamento de Apoyo a las Actividades en el Terreno. Malcorra dijo que tenía un alto concepto de Banbury del tiempo que pasaron juntos en Programa Mundial Alimentario y que actualmente estaba en la “lista corta de un solo nombre” para ocupar el puesto. La Embajadora Rice dijo que la ONU tendría muchas dificultades para encontrar a un candidato mejor calificado. Rice le dijo a Malcorra que Estados Unidos también estaría interesado en ver a un fuerte estadounidense en el puesto de Representante Especial Adjunto del Secretario General de la ONU en la Misión de Asistencia en Afganistán. Malcorra respondió que el proceso de selección para ese puesto ya había empezado, con un candidato estadounidense, Richard Wilcox, en la lista corta. Ella dijo que otros nombres podrían ser considerados si el Gobierno de Estados Unidos deseaba proponerlos pero que “tenemos que movernos rápido” si ese fuera el caso. Malcorra también se mostró dispuesta a considerar candidatos estadounidenses para llenar cuatro vacantes a nivel de director en su departamento: recursos humanos, logística, tecnología y finanzas.

Finalmente un cable fechado en Jartum el 23 de febrero de 2009 describe una reunión tripartita que había tenido lugar cinco días antes en esa capital entre la ONU, la Unión Africana y el gobierno de Sudán para tratar de solucionar los distintos problemas que enfrentaba la misión en Darfur. El despacho contiene elogios para Malcorra de dos militares estadounidenses que asistieron al cónclave, el coronel Noddy Stafford y el coronel James Davey.

Safford y Davey elogiaron a Malcorra por sus esfuerzos personales para mantener la reunión en un tono amistoso. Stafford caracterizó su actuación como “muy constructiva y afirmativa” e hizo notar que había estado en Jartum menos de 30 horas con reuniones casi continuas. Señaló que la reunión no hubiera sido exitosa sin Malcorra.


Publicado en Página/12

jueves, 3 de diciembre de 2015

El principio del fin - Por Santiago O´Donnell













No es nada fácil darse cuenta cuándo empieza el final, sobre todo cuando uno es el protagonista de la historia, pero no conoce el guión ni sabe cuánto dura la película.

El domingo se vota en Venezuela y nueve de diez encuestadores predicen que el chavismo perderá su primera elección regional desde que llegó al poder en el siglo pasado y que por lo tanto perderá, también por primera vez, su mayoría en la Asamblea legislativa.

Claro que no hay que creerle demasiado a los encuestadores pero tampoco hace falta un triunfo opositor para darse cuenta que la revolución bolivariana está en problemas. Cuando no conseguís papel higiénico en un país como Venezuela, sabés que estás en problemas. Y no se trata solamente de un problema económico, que por ciento no es menor: góndolas vacías, inflación más alta del mundo, cuatro tipos de dólar oficial que van de seis a doscientos bolívares, mientras el dólar negro se vende mil.

No es sólo eso. Ni la corrupción descontrolada, ni los generales involucrados en el narcotráfico, ni la tasa de homicidios más alta de Sudamérica, ni los "colectivos" armados que dominan las calles con el guiño presidencial.

Tampoco se trata de minimizar los logros del chavismo, que fueron muchos e importantes, desde llevar salud y educación y vivienda a millones de excluidos hasta el esfuerzo puesto en lograr la unidad latuinoamericana, desde llenar el vacío político que dejó la implosión del Acuerdo del Punto Fijo con el Caracazo, hasta el aporte a la paz en la  Colombia. 

Pero no exageremos: Hugo Chávez no es el Che Guevara. Nunca dejó de venderle casi todo su petróleo a los yanquis y no les privatizó ni un McDonald´s. A España y Argentina y a Colombia sí. A los gringos ni un McDonald´s.

Se podría adivinar que el principio del fin fue apenas un tropiezo, un primer aviso que llegó con el plebiscito del 2007 promoviendo la reelección indefinida del comandante en jefe y presidente, Fue el único plebiscito que perdió el chavismo, y que el mismo comandante se encargó de revertir con un nuevo plebiscito dos años después, del que salió triunfante porque se acordó de incluir a sus gobernadores y alcaldes en la movida reeleccionista. Al final Chávez había ganado, sí, pero el poder personalista del autoproclamado líder revolucionario había encontrado un limite en el sistema democrático. Amigos y opositores habían tomado nota. 

Después vino la última operación de Chávez en Cuba antes de morir, la supuesta asunción presidencial de un hombre que no daba señales de vida, el aval de un Tribunal Supremo de mayoría automática, la entrega del gobierno venezolano a los hermanos Castro, los cuentos del séquito chavista de grandes y profundas reuniones con un hombre supuestamente presidente que seguía sin dar señales de vida, sin una foto ni un videíto de cinco segundos que demostrara que estaba consciente, el traslado de Chavez de regreso a Venezuela supuestamente tuiteando que estaba feliz de volver a su tierra, el anuncio de su muerte, la asunción inconstitucional de Nicolás Maduro como presidente provisorio cuando le correspondía al presidente de la Asamblea Diosdado Cabello, y la candidatura ilegal de Maduro porque según la constitución venezolana un mandatario que asume para llamar a elecciones porque el anterior no puede seguir está impedido de presentarse en esos comicios,

Todo eso desembocó en una campaña en la que Maduro contaba que Chávez se comunicaba con él a través de un pajarito. Pero aún con el cadáver todavía fresco y el efecto luto a full, el heredero del gran líder  apenas pudo ganar por un puñado de votos.

Casi un año después, el 12 de febrero del 2014, Día de la Juventud,  un grupo de moticiclistas uniformados y de civil del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), junto con miembros de la Guardia Nacional Bolivariana y de "colectivos" chavistas, abrieron fuego contra un grupo de manifestantes desarmados y asesinaron al estudiante de 23 años Bassil Da Costa. Esos motociclistas, después de abrir fuego a mansalva, se replegaron detrás de un cordón de agentes antimotines alineados escudo contra escudo para cortar la marcha a dos cuadras de donde se había producido la balacera. No hicieron falta: ante los primeros disparos los estudiantes habían  huído en estampida.

Todo esto fue captado en tres videos y cientos de fotos tomadas desde balcones y terrazas,material que fue subido a las redes sociales y luego plasmado en la publicación de un informe especial de un diario afín al chavismo, Ultimas Noticias. Los directivos del diario sólo aceptaron publicar después de que los periodistas pusieran un video en Youtube mostrando la secuencia del asesinato y el video rápidamente alcanzó miles de reproducciones. Los periodistas que hicieron y forzaron la publicación de la investigación, encabezados por Tamoa Calzadilla, no tardaron en perder sus trabajos. Pero el daño ya estaba hecho:  tal fue la contundencia de las pruebas presentadas que el mismo día de la publicación Maduro tuvo que salir por cadena nacional a reconocer que el Sebín le había disparado a los estudiantes, aunque según él les había ordenado que se queden en sus cuarteles.

 Semejante admisión invita a dos lecturas. Si es verdad lo que dijo Maduro, el presidente no controla a su servicio de inteligencia. Si no es verdad, ordenó una represión clandestina, fue descubierto y deslindó responsabilidades. En ambos caso se trataría de un hecho gravisimo. 

Pero a juzgar por su reacción, para Maduro y su gobierno no habría por qué preocuparse. A partir de las fotos y los videos del asesinato, periodistas y abogados de Da Costa lograron identificar a diez tiradores. La fiscalía venezolana proceso a ocho y acusó a uno de ellos, el comisario del  Sebin José Ramón Perdomo Camacho, de haber matado al estudiante. Mientras los otros siete quedaron en libertad condicional, Camacho quedó detenido...en el cuartel del Sebin (!) a la espera de un juicio que todavía no empezó y que ya sufrió varias postergaciones por razones que no fueron explicadas a la peluquera Jeneth de Carmen Frías González, madre de Da Costa. 

Ese mismo 12 de febrero del 2014 otros cinco estudiantes fueron asesinados a balazos mientras protestaban de manera pacífica. También murieron personas en los cortes de ruta de la opocisión, ya sea  en accidentes automovilísticos porque era de noche y no vieron la barricada, o porque sufrieron un paro cardíaco pero su ambulancia no pudo llegar a tiempo al hospital por el corte de ruta, o baleaos por chavistas y antichavistas en distintas circumstancias El gobierno sumó todos estos casos a los de los estudiantes baleados y llegó a prolija suma de más de cuarenta y tres muertos y le echó la culpa a Leopoldo López, organizador de la marcha. Es cierto, la consigna de la protesta fue pedír "la salida" del gobierno. Pero seamos honestos, no es ningún crimen pedir "la salida" de un gobierno, como por ejemplo pasa ahora en Brasil sin que nadie vaya preso por salir a la calle y manifestarse en ese sentido . Y no es lo mismo pedir una "salida", que puede ser democrática, que pedir un "golpe". En todo caso a Leopoldo López lo cargaron con los cuarenta y tres muertos por haber organizado la protesta, lo condenaron a trece años en un juicio express y lo despacharon a la cárcel más brava que le pudieron encontrar.

  "Si no fuera por nuestra investigación a López le daban cadena perpetua," me dijo Tamoa Calzadilla hace dos semanas en Lima, donde fue premiada por su investigación en Ultimas Noticias.

La represión del 2014, mal disimulada con un supuesto complot colombiano-estadounidense que buscaba derrocar a Maduro, asesinarlo si es posible y de paso bombardear el Palacio Miraflores, marcó un quiebre en la relación del chavismo con los gobiernos posneoliberales de Brasil, Uruguay, Chile y Perú, que hasta ese momento se habían mostrado solidarios con las denuncias chavistas de amenazas desestabilizadoras. También  la OEA, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y hasta  los organismos de derechos humanos inclinados a la izquierda, tomaron distancia, conscientes de que ya no podían ignorar ni rebatir las críticas al desliz autoritario chavista que desde hace años venían realizando los principales organismos de derechos humanos del norte, Amnistía Internacional y Human Rights Watch, amén del gobierno de Estados Unidos, la Unión Europea y la derecha latinoamericana,    

A diferencia de su admirado antecesor, Maduro no llama a plebiscitos constantemente para legitimarse a través de una campaña permanente. Se entiende, Maduro sabe hacer cuentas. Elegido por apenas un punto en abril del 2013, desde entonces todo ha sido cuesta abajo. El domingo enfrenta su primer test electoral. No lo buscó, pero no le queda otra.